De Silvia Carbonell aprendimos que, a pesar de que no seamos conscientes de ello, los espacios influyen en nuestra manera de sentir y actuar. Aunque ahora mismo no podáis encontrar un ejemplo concreto de un espacio que haya impactado en vuestro estado de ánimo, podéis estar seguros de que la arquitectura tiene un papel importante en eso de haceros vivir multitud de emociones. Y lo más importante es que lo hace de una forma que pocos imaginábamos antes de escuchar su charla.

Y no solo nos desveló la singularidad de algunas obras de arquitectura, como el Museo Judío de Berlín y la biblioteca de Seattle, sino que también nos aportó detalles en los que normalmente no hubiéramos centrado nuestra atención. Nos explicó de qué manera la arquitectura estimula nuestro sistema nervioso, y cómo los estímulos recibidos influyen sobre la actividad de nuestro cerebro, de tal manera que el cuerpo acaba adoptando bien un estado de alerta, o por el contrario, un estado de relajación.

Existe una técnica para averiguar si estamos ante un espacio que nos puede favorecer o perjudicar «el bienestar físico y el equilibrio psicológico», la arquitectura nunca es neutral y la mejor manera de reconocerlo es fijarnos en nuestro estado de ánimo ante el espacio.

Está claro que nuestro estado ante esta charla fue muy favorable. Muchísimas gracias Silvia.